Casos Históricos de la Fundación Bernard van Leer

Hemos encargado la narrativa de estudios de caso de algunos de los países en los que hemos tenido una extensa presencia. Aunque ampliar la cobertura de los programas no era un objetivo explícito en aquel momento, hemos querido saber qué podíamos aprender de esas experiencias para poder así informar a nuestras alianzas actuales, más centradas en ese objetivo.

Jon Spaull/Fundación Bernard van Leer

PREÁMBULO

Durante el periodo de 1990 a 2008, la Fundación Bernard van Leer apoyó a FUNDAESPRO (Fundación Esfuerzo y Prosperidad), una organización de base de mujeres en la ciudad de Guatemala. Nuestra colaboración comenzó en un momento en que la guerra civil desplazaba a los refugiados de las zonas rurales, y el gobierno, no queriendo fomentar más migración, hizo poco esfuerzo para proporcionar servicios básicos. El desempleo y la violencia abundaban.

Como se puede leer en este relato, la organización no solo fue pionera en llevar a cabo un modelo basado en la comunidad para desarrollo de la primera infancia, sino que también se convirtió en una organización que en la actualidad tiene presencia en 126 colonias o vecindarios. Más allá de la prestación de servicios, sus dirigentes han sido consultados habitualmente por el gobierno sobre las políticas relativas a los derechos del niño, varios elementos de su curriculum fueron adoptados por centros infantiles públicos, y otras organizaciones no gubernamentales de Guatemala han sido influenciadas por su filosofía y sus prácticas.

A pesar de todo ello, Guatemala sigue siendo un país difícil para las familias, ya que cuenta con la mayor tasa de desnutrición infantil de la región y la menor tasa de de gasto público en educación. Es entonces momento de plantearse: ¿Qué más podría haber hecho la Fundación durante su presencia en el país para ayudar a que el trabajo y las ideas de FUNDAESPRO se hubieran extendido aún más?

Mi agradecimiento personal a Olga Hernández por su generosa dedicación en tiempo y apoyo necesario para la redacción de este relato. Y a nuestro responsable de programa de aquel tiempo, Marc Mataheru, por su valiosa guía y trabajo de recopilación realizados.

Al final del relato, hemos agregado unas cuestiones desarrolladas a partir de un análisis del caso que hizo el equipo de la Fundación, y con la finalidad de invitar al debate. Espero que dichas preguntas, así como el mismo relato, susciten reflexiones útiles acerca del papel que la filantropía puede desempeñar para lograr un mayor impacto en nuestros ciudadanos más jóvenes.

Michael Feigelson, director ejecutivo de la Fundación Bernard van Leer, noviembre de 2018

Guatemala

  • Periodo:1992-2008
  • Inversión total de la Fundación Bernard van Leer en Guatemala: EUR 3,000,000 – EUR 187,500/año

Jon Spaull/Fundación Bernard van Leer

PARTE I

La colonia La Verbena de la ciudad de Guatemala ocupa una sección de diez manzanas justo al oeste del centro de esta. La entrada principal a la colonia, que corre a lo largo de una avenida concurrida, tiene muros altos y su acceso, aunque no es cerrado ni tiene puerta, está en constante vigilancia (aunque la colonia no está cerrada ni hay puerta, el ingreso es libre). Directamente, al norte de la colonia se encuentra un cementerio. La mayoría de las casas de los residentes se encuentran en calles empinadas, que caen precariamente en cascada hacia uno de los basureros principales de la ciudad.

En 1993, la última vez que Guatemala hizo un conteo censal, La Verbena contaba con 25.000 habitantes. Actualmente se estima que hay más de 40.000. El hogar promedio está compuesto por múltiples generaciones; las madres son más propensas a ser madres solteras que a no serlo. A pesar de que la colonia ya no está bajo el control de la tristemente célebre Mara Salvatrucha, como ocurrió durante los años noventa, el alto grado de desempleo y el nivel de pobreza de La Verbena provocan que los jóvenes sean todavía fácilmente atraídos por las pandillas. Recientemente se vienen llamando a esta área refugio para sicarios.

Nada de esto hace a La Verbena particularmente excepcional en una ciudad compuesta, principalmente, por pequeñas secciones de empobrecimiento y condiciones de vida de hacinamiento. Sin embargo, lo que hace a La Verbena única es un pequeño grupo de gente dentro de la comunidad que se resiste esta tendencia para asegurar que la colonia y muchas otras como ésta no sigan el camino de la típica historia urbana guatemalteca.

Al ingresar en La Verbena, la evidencia de la presencia de esta sólida organización comunitaria es notable. En una mañana, precisamente en el interior —a lo largo de la avenida bardeada con paredes—, unos treinta niños pequeños se suben a los juegos, pintados con colores brillantes, y lanzan pelotas alrededor del parque. El área de juego está ubicada justo entre el espacio del salón de clases y una clínica médica, de color azul brillante, que alberga: una farmacia, un laboratorio de sangre, una oficina de dentista y un área de consulta médica que proporciona servicios y productos a los residentes de La Verbena a un precio simbólico.

Estas instalaciones se establecieron, principalmente, gracias a los esfuerzos de un grupo de residentes de La Verbena que forma parte de una organización ciudadana de mujeres de la ciudad de Guatemala conocida como FUNDAESPRO (Fundación Esfuerzo y Prosperidad). Fundada en 1989 por mujeres residentes en la comunidad formadas como agentes comunitarias de salud, que vivían en las áreas marginadas, el grupo buscaba llevar a cabo trabajo de servicio y de promoción para mejorar la vida de las poblaciones más vulnerables de la ciudad. En las últimas tres décadas, han formado organizaciones filiales en 126 colonias, y cada una decide por sí misma qué clase de proyecto y qué tipo de asuntos van a priorizar, dependiendo de las necesidades de vida de las familias en dichas áreas.

Foto: Jon Spaull/Fundación Bernard van Leer

Al principio, las fundadoras de FUNDAESPRO se dieron cuenta de que los derechos de los niños y el desarrollo de la primera infancia serían la piedra angular de su trabajo y empezaron a recibir financiamiento y apoyo de la Fundación Bernard van Leer. Mediante esta alianza, FUNDAESPRO creó más de una docena de centros de desarrollo para la niñez en las colonias más necesitadas y dirigió esfuerzos importantes de organización política.

Hay una serie de organizaciones de la sociedad civil dedicadas al bienestar de la niñez. Esto sucede, en parte, porque es un área que el Gobierno descuida habitualmente. Guatemala invierte menos en educación que cualquier otro país de Centroamérica: oscila entre el 1,6 y el 2,5 por ciento del producto interno bruto (PIB) durante los últimos años. El desarrollo de la primera infancia recibe escasa atención directa del Gobierno. De acuerdo con Magali García, quien trabajó, hasta hace poco, para la Organización de los Estados Americanos en Guatemala, “el desarrollo de la primera infancia no es una prioridad gubernamental en este país”.

No obstante, en el transcurso de varios días en la ciudad de Guatemala, aprendí que entre esta multitud de organizaciones destaca FUNDAESPRO. “Hay muchos de nosotros que hacemos trabajo con niños, cada uno a través del servicio directo o de defensa en otros espacios, pero no necesariamente sobre la base de la comunidad y la perspectiva de prevención, como lo hace FUNDAESPRO”, explica Miguel Ángel López, director ejecutivo de la Comisión Nacional contra el Maltrato y Abuso Sexual Infantil (CONACMI).

En efecto, parece que FUNDAESPRO ha llegado a ser conocida como la principal organización basada en la comunidad de defensa de los derechos de los niños en la ciudad y, probablemente, de la nación. Su sello es su aproximación a la base social y su capacidad para establecer no solo centros de atención infantil de alta calidad sino también programas basados en la comunidad que ofrecen un rango de servicios que apoyan el desarrollo integral, la prevención y la salud para los jóvenes de la ciudad. Sería difícil imaginar cómo hubiese logrado la organización su fortalecimiento sin el apoyo de la Fundación Bernard van Leer.

Jon Spaull/Fundación Bernard van Leer

PARTE II

La guerra civil de Guatemala entre los insurgentes de izquierda y las fuerzas represivas del Gobierno entre los años 1960 y 1996 desencadenó una de las migraciones internas más elevadas que el continente americano haya presenciado hasta la fecha. Durante los años 1970 y 1980, el Estado desplegó una campaña brutal dirigida a las tierras montañosas, o tierras altas mayas, que provocó un éxodo rural masivo hacia la ciudad. Se estima que más de un millón de guatemaltecos fueron desplazados.

La mayoría de los refugiados se dirigió a la ciudad de Guatemala. La ciudad creció de manera repentina sin ninguna preparación adecuada: los nuevos migrantes ocuparon los terrenos de manera irregular, no tenían acceso a agua potable, electricidad o atención médica. “El Gobierno guatemalteco no quería promover mayor migración”, dijo Julio Cano, un profesor y economista de la ciudad de Guatemala. Sostiene que, en lugar de que el Gobierno prestara asistencia a los nuevos residentes y estableciera servicios que hicieran un área más habitable para los nuevos residentes, las autoridades no hicieron casi nada.

La esperanza de que esto impidiera que llegaran más personas no tuvo éxito: la población de la ciudad de Guatemala explotó conforme la guerra avanzaba. La falta de atención del Estado a la crisis humanitaria que tenía lugar en los barrios pobres provocó que las agencias de ayuda internacional se esforzaran en llenar ese vacío. De todos los asuntos de bienestar de las personas en las nuevas áreas habitadas, la salud alcanzó la máxima prioridad, con múltiples programas que se pusieron en marcha para frenar enfermedades e infecciones. En el año 1986, Médicos sin Fronteras empezó a capacitar a legiones de trabajadores de salud comunitaria: a mujeres de la localidad –frecuentemente sin educación formal– se les enseñó cómo administrar tratamiento intravenoso, tratamiento de irritaciones de la piel o infecciones respiratorias, y a educar a sus vecinas en salud reproductiva y las bases de una higiene y una nutrición adecuadas.

En el año 1989, un grupo de mujeres, conocido como Reproinsas (Representantes del Programa Integral de Salud), que vivían en la colonia Plaza de Toros, empezó a discutir sobre el potencial de hacer algo juntas, más allá de ofrecer asistencia en salud. “Estábamos en un lugar donde los servicios mínimos de salud para mantener la vida estaban ausentes”, recuerda Olga Hernández, una de las fundadoras de FUNDAESPRO y coordinadora general de proyectos, quien añade que “los orígenes de FUNDAESPRO estaban enraizados en las condiciones inhumanas en las que vivíamos”.

En el año 1989, un grupo de mujeres, conocido como Reproinsas (Representantes del Programa Integral de Salud),  empezó a discutir sobre el potencial de hacer algo juntas, más allá de ofrecer asistencia en salud.

Hernández tenía claro que tendría que ser una organización de mujeres. “Son las mujeres quienes sufren más en situaciones como estas, porque son ellas las que están a cargo del hogar”. Me explicó que su misión inicial era hacer trabajo de lobby para proyectos específicos y obtener mejores condiciones de vida y mejorar la salud en las áreas marginales urbanas. Pero, después de la fundación de FUNDAESPRO, se dieron cuenta de que tal vez no había nada más importante que tratar de salvaguardar el bienestar de los niños de la comunidad. Hernández recuerda: “Cuando no hay agua potable, cuando no hay alcantarillado, somos testigos de grandes enfermedades. Los niños morían todos los días. Ahí es cuando nos dimos cuenta de que teníamos que trabajar en el desarrollo y el bienestar de la infancia. Estos eran nuestros niños, los niños de nuestra colonia. Todo esto estaba ocurriendo en nuestras comunidades”.

Los orígenes de FUNDAESPRO, creada en 1989, estaban enraizados en las condiciones inhumanas en las que vivíamos. — Olga Hernández

Su primer proyecto tangible relacionado con los niños era simple: proveer un alimento de mediodía para los niños, cuyos padres desaparecían durante largas horas, trabajando en empleos de baja remuneración en otros lugares de la ciudad. En un lugar prestado por la iglesia en la colonia Plaza de Toros, Hernández y otras mujeres preparaban atol y lo ofrecían a cualquiera que se presentara. “Los niños aparecían para conseguir comida, pero se quedaban porque les gustaba el ambiente. Para ellos era un lugar más agradable para quedarse, en vez de permanecer en sus casas todo el día, las cuales estaban atiborradas y eran caóticas. Con nosotros podían jugar y sentirse seguros”.

FUNDAESPRO tenía apoyo financiero asegurado Unicef; y en el año 1990, en el momento en que estaban trabajando en sus estatutos legales como organización sin fines de lucro en Guatemala, el grupo conectó con la Fundación Bernard van Leer. FUNDAESPRO estaba buscando expandir y crecer en su trabajo con niños. Querían madurar su programación —más allá de brindar un lugar seguro para los niños— para ofrecer la oportunidad real de educación a los niños de grandes barriadas, y con empleados propios de la misma comunidad. La Fundación Bernard van Leer estaba encantada con la idea: querían apoyar programas de la primera infancia de áreas urbanas vulnerables y el compromiso de FUNDAESPRO de promoción coincidía con los objetivos de la fundación de influenciar el debate y las políticas públicas en programas sociales de Guatemala con el enfoque de niños. La fundación decidió apoyar a FUNDAESPRO (desde 1990 hasta 1996 las subvenciones se dieron a través de Unicef; desde 1996 hasta 2008 se dieron directamente a la organización local).

Jon Spaull/Fundación Bernard van Leer

Hernández le da el crédito a la Fundación Bernard van Leer por ser el elemento de mayor influencia externa en su desarrollo como organización. Dijo que la experiencia de la Fundación Bernard va Leer en el desarrollo de la primera infancia y en modelos curriculares (además de su capacidad para conectar a FUNDAESPRO con otras organizaciones en Centroamérica que luchan por los mismos objetivos) fue, en su raíz, la clave para ayudar a la organización a desarrollar su programación de cuidado infantil originado en las mejores prácticas —incluyendo el currículum basado en el aprendizaje y la estimulación a través del juego.

Pero el significado de Van Leer para FUNDAESPRO es tanto por lo que no hacían como lo que hacían. Hernández me explicó que “la Fundación Bernard van Leer no imponía un modelo que tuviéramos que seguir. Nos acompañaba en nuestro propio camino. Creo que este es uno de los mayores logros (de la Fundación): respaldo de procesos que vienen y son dirigidos por la comunidad, y no están determinados por la agencia internacional”. También, dice Hernández, era el hecho de que la Fundación Bernard van Leer no insistía en apoyar un servicio particular, como mucha ayuda mundial hace. Van Leer se preocupaba por ayudar a la organización a madurar. “La Fundación no dirigía el financiamiento basado en proyectos. Ellos creían en el poder de la organización de la comunidad y esto permitió que nos fortaleciéramos a través del tiempo”, concluyó Hernández.

Con el apoyo fundamental, y la flexibilidad que ofrecía la Fundación Bernard van Leer, FUNDAESPRO logró ser una organización fortalecida, grande y capaz; y ha crecido desde que Van Leer salió de la región en el año 2008. Actualmente, en 126 colonias, en cada una de ellas, hay un grupo de mujeres de la localidad que trabaja con el equipo de FUNDAESPRO (cuarenta aproximadamente) y que realiza un diagnóstico de las necesidades en su área, para poder establecer un plan con el que desarrollar programas sabiendo el qué y el cómo. “No estamos hablando únicamente de grupos focales (de discusión)”, matiza Hernández. Si hay cincuenta casas en una colonia, comenta, van a cada una de ellas —para conocer a cada familia personalmente— “para entender su realidad. Con este diagnóstico seremos capaces de entender la situación de cada familia y comunidad como un todo. Con base a esto, diseñamos nuestro plan de trabajo con la misma comunidad y discutimos hacia dónde deberían ir los recursos, dependiendo de cuáles son los grupos más vulnerables de la comunidad”.

Jon Spaull/Fundación Bernard van Leer

PARTE III

Una mañana que visité La Verbena, la clínica de salud estaba a toda marcha. Adentro, hacia el final del edificio de un sólo piso, un grupo de estudiantes jóvenes de medicina estaba parado en semicírculo, escuchando al doctor que empezaba a revisar los oídos y la boca de un niño, al parecer como de tres años de edad, que sufría un fuerte resfriado.  Al otro lado del pasillo, en el laboratorio que está equipado para realizar estudios de sangre, orina y medición de la presión, María Teresa Chacón, una Reproinsa, le estaba mostrando a Gisela Vásquez, de 24 años de edad —una estudiante de medicina de la Universidad de San Carlos—, cómo centrifugar la sangre que acababa de extraer de un paciente anciano que estaba sentado en la sala de espera. Frente al laboratorio, la farmacéutica Rosa Plata Escobar —una Reproinsa que no había completado sus estudios más allá del sexto grado cuando llevó a cabo su entrenamiento farmacéutico, junto a otros miembros de FUNDAESPRO— estaba vendiendo su primer paracetamol del día.

Aunque no pareciera excepcional, una clínica de salud de este tipo, dentro de una colonia como La Verbena, no es común. La mayor parte de las veces los servicios médicos se localizan en áreas centrales de la ciudad, no dentro de las colonias que más lo necesitan. Si no fuera por esta clínica, por ejemplo, el centro médico más cercano a La Verbena estaría al menos a cuarenta minutos de distancia.

Lo que permite que esto funcione es el modelo de plantilla de personal único que FUNDAESPRO estableció: Reproinsas (farmacia, laboratorio y enfermeras), profesionales de la salud (médico y dentista) y un grupo rotativo de estudiantes de medicina que pasan cuatro meses trabajando en las instalaciones sin cargo alguno. Al principio, FUNDAESPRO estableció una relación con la Universidad de San Carlos para llevar a estudiantes a los centros médicos de su colonia. Es un programa ganar-ganar: las clínicas médicas comunitarias obtienen la ayuda del personal que necesitan desesperadamente y las escuelas médicas pueden ofrecer a sus estudiantes oportunidades de experiencia valiosa en el mundo real. “Estoy feliz de que se me asignó estar aquí”, me confesó Vásquez, la estudiante de laboratorio. Era su primera semana, pero ya sabía que sería una experiencia valiosa. “Aprendes más que cuando estás en hospitales grandes. En los hospitales, lo único que haces es llevar los resultados del laboratorio de un lado a otro. Aquí estamos ayudando a interpretar los resultados”.

Jon Spaull/Fundación Bernard van Leer

Las Reproinsas reciben una pequeña remuneración y ponen en servicio todas sus valiosas capacidades. El doctor y el dentista son los únicos que reciben un salario completo. Esto permite a la clínica proporcionar servicios a un coste simbólico, menos de un dólar por extracción de sangre o un examen de rutina, y unos cuantos centavos por un paquete de medicamentos básicos.

La proximidad geográfica también estaba detrás de la visión de los centros de cuidado infantil, tener a los niños en la comunidad más que llevar los afuera. Sin embargo, aunque esto suena totalmente lógico, en Guatemala es más bien una excepción que una regla, dice María Elvira Sánchez, quien dirige una ONG (organización no gubernamental) que se llama Instituto para la Superación de la Miseria Urbana de Guatemala (ISMUGUA). Lo que hace a FUNDAESPRO única y efectiva, me explicó, es que la organización “ubica sus servicios donde de hecho se necesitan. El niño no es sacado de su entorno. Cuando alejas a los niños de estas zonas, significa el rechazo de sus propios espacios vitales, lo que es doloroso para los niños. Dejar que se queden en sus comunidades, donde sus familias forman parte de la crianza y la educación, es muy importante”.

No tener que viajar largas distancias para dejar al hijo es un beneficio enorme, aportó Claudia Flores, quien asiste al centro de cuidado de FUNDAESPRO en La Verbena. También agradece el precio: únicamente 35 quetzales mensualmente. Había estado pagando 400 quetzales a una niñera —cerca de la tercera parte del total de sus ingresos— más comida, algo simplemente insostenible. También está muy contenta con la educación que su hijo recibe.

“Mi hijo se desarrollaba lentamente, le llevó mucho tiempo aprender a escribir y era antisocial”, me comentó Flores. La escuela y FUNDAESPRO le ayudaron a enfrentar estos retos a través de las visitas a casa; conectándolo con una psicóloga y con atención personalizada en el salón de clases. “Ahora”, dice, “es un niño de cinco años que florece. Está tan contento ahí que no quiero que siga creciendo porque eso significa que en algún momento tendrá que salir”, para irse a la escuela primaria, me explicó.

El tipo de atención individualizada que el hijo de Flores recibió no es raro, dice Hernández. El trabajo exhaustivo de base, el cual es dirigido por los miembros locales de FUNDAESPRO cuando empiezan a trabajar en una comunidad —visitas domiciliarias, evaluación de necesidades, establecimiento de relaciones—, resulta ser fundamental en otras áreas de la vida del niño. Por ejemplo: las maestras saben cuál de sus estudiantes todavía no tiene una carta de identidad, la cual necesita para entrar en primaria. La red de trabajo de FUNDAESPRO ayuda a los padres de familia a encarar el sistema burocrático para asegurarse de que el niño o la niña tenga lo que necesite.

Lo que hace a FUNDAESPRO única y efectiva, es que la organización ubica sus servicios donde de hecho se necesitan. El niño no es sacado de su entorno. – María Elvira Sánchez

Además, la estrecha relación con las maestras —que son miembros de FUNDAESPRO entrenadas en un curso de educador comunitario de ocho meses, anteriormente financiado por la Fundación Bernard van Leer— significa que es más fácil para ellas acercarse a los padres de familia cuando ven cambios preocupantes en los niños. Isabel Martínez, una de las dos educadoras de La Verbena, me contó acerca de un niño que iba muy bien en su primer año con ellas: comía bien, se lavaba sus manos, se estaba desarrollando a la par de los niños de su edad. Durante el verano, cuando la escuela estuvo cerrada, él retrocedió. Cuando regresó en el otoño había olvidado mucho de lo que había aprendido, no quería comer y tenía problemas con la higiene.

Martínez visitó la casa del niño y habló con su madre. Resultó que ella estuvo pasando por una severa depresión durante todo el verano y no había tenido la energía emocional para dedicarse a su hijo. Sentaba a su hijo frente a la televisión y raramente cocinaba. Martínez pudo conectar a ambos con psicólogos, y el niño ahora, se había recuperado casi por completo, comentó.

El componente de la terapia es nuevo en el trabajo de FUNDAESPRO y para La Verbena, y es parte del desarrollo de FUNDAESPRO, posterior a Van Leer. Después de la salida de la Fundación Bernard van Leer, Hernández buscó otras alianzas claves, encontrándola con InteRed, que permitió continuar con el trabajo en favor de la niñez; justo ahora se desarrolla el proyecto de “Fortalecimiento Comunitario” CONVIVIMOS, apoyado por Mercycorps con fondos USAID. Este programa busca la prevención y convivencia a través de la participación y el fortalecimiento comunitario, y proveer de servicios básicos esenciales a la población vulnerable, especialmente apoyo familiar, y a jóvenes en situaciones de riesgo —expresión que podría categorizar a la mayor parte de los jóvenes de la ciudad—. El hecho de llevar a estudiantes de psicología a trabajar con estos grupos es parte del nuevo programa.

Jon Spaull/Fundación Bernard van Leer

Un día que visité La Verbena, había cinco estudiantes de psicología que empezaban sus rondas. Dijeron que habían esperado encontrar resistencia porque a menudo existe el estigma de que sólo la gente “loca” necesita terapia, pero que FUNDAESPRO hacía bien el trabajo preliminar. A través de los talleres familiares mensuales que la organización ha celebrado durante décadas —con los padres de familia y con la comunidad en general—, los miembros de FUNDAESPRO han explicado las raíces del trauma, un amplio rango de aspectos de la salud mental a las que uno se puede enfrentar, y el beneficio potencial de la ayuda profesional.

Los psicólogos trabajan con adultos y niños. Para los últimos realizan intervenciones personalizadas cuando las maestras u otras personas llevan casos para su atención. También visitan el salón de clases semanalmente para observar a los niños, de tal manera que puedan detectar problemas que otros han estado pasando por alto. “Amo a los psicólogos”, me dijo Rosa González —una madre con dos niños que asisten al centro de cuidado infantil de La Verbena—. “He visto cambios en mis niños”. Ahora son mucho más expresivos con sus sentimientos y más comunicativos en la casa, dijo: «Gracias a los psicólogos, ahora que llegan a la casa, después de la escuela, me enseñan sus dibujos y me dicen: “este es el dibujo que pinté y así es como refleja lo que estoy sintiendo”».

Este tipo de institucionalización del programa holístico es otro elemento importante de la estrategia de FUNDAESPRO, nos cuenta Sonia Reyes, quien trabaja en Hogares Comunitarios, el programa de la Secretaría de Obras Sociales de la Esposa del Presidente (SOSEP), la agencia gubernamental para el bienestar de los niños que se encuentra en la oficina de la primera dama. Reyes dice que aunque ella ve que otras escuelas u organizaciones buscan la ayuda de un terapeuta en función de las necesidades, este tipo de apoyo continuo es novedoso y efectivo. “Este nivel de organización es lo que la hace impresionante”, me explicó, “FUNDAESPRO ha buscado realmente alianzas sostenibles y apoyos que fortalecen a los niños en un nivel profundo”.

El centro de cuidado infantil en sí mismo, funciona a través de colaboraciones, en particular con la SOSEP. La relación con la SOSEP se inició en el año 1990, cuando el Gobierno de la posguerra buscó crear algún programa de la primera infancia apoyado por el Estado. El modelo ha permanecido sin cambios en su mayor parte desde que empezó hace casi treinta años: la SOSEP opera en algunos centros de cuidado infantil, pero principalmente ofrece algún tipo de apoyo a otros que ya existen en la comunidad. En el caso de FUNDAESPRO son trece centros; la SOSEP proporciona alimento y bebidas para los niños, gas para cocinar, una pequeña cantidad de material curricular y 1.400 quetzales de remuneración para los educadores. (Durante el tiempo que la Fundación Bernard van Leer apoyó, FUNDAESPRO era capaz de dar a las educadoras una remuneración adicional al pago del Gobierno. Las educadoras me dijeron que esto ya no ocurre).

Queremos transformar a los niños y el futuro a través del apoyo al desarrollo de los niños pequeños, de tal manera que tengan el deseo de regresar a donde crecieron. – Olga Hernández

Los centros, en sí mismos, son característicos de “la Van Leer”: niños felices comprometidos y respetados. Las maestras fueron entrenadas en el aprendizaje centrado en el niño, y todas las actividades en el salón de clases están centradas en la formación de valores, el pensamiento crítico y el juego. Aunque no ha habido una investigación rigurosa de seguimiento a largo plazo acerca de los resultados de los niños que asisten a los centros de FUNDAESPRO, por anécdotas la organización es conocida por preparar a los niños bien, de manera excepcional. “Los niños a los que se les ha brindado una educación temprana en FUNDAESPRO llegan a la primaria con muchos conocimientos”, según me dijo Sánchez, de ISMUGUA. “Entran con una base que les permite moverse más fácilmente a través de su educación. Estos estudiantes se adaptan bien, y hay muchos menos casos de niños que necesiten repetir años escolares”.

Hernández está orgullosa, por supuesto, de estos resultados individuales. Pero dice que el objetivo a largo plazo del trabajo integral en lugares como La Verbena no es solamente animar a los niños para que puedan superarse y salir adelante, sino también transformar las comunidades. “En un estudio reciente se observó que la mayor parte de los niños en colonias como esta quiere salir tan pronto como tengan la oportunidad”, me explico Hernández. “Lo que queremos es romper con esta realidad. Queremos transformar a los niños y el futuro a través del apoyo al desarrollo de los niños pequeños, de tal manera que tengan el deseo de regresar a donde crecieron para mantener el proceso —y que sus colonias mejoren a través del tiempo para que sientan que vale la pena regresar”.

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El impacto de FUNDAESPRO se extiende mucho más allá del trabajo de La Verbena y de otras colonias donde hay otras mujeres que organizan y planean.

Desde su fundación, FUNDAESPRO se concibió a sí misma como una organización de promoción y defensa. Hernández me dijo que ella y otras fundadoras sabían que para lograr un cambio duradero tenían que hacer más que ofrecer servicios directos.

Con el tiempo, el impacto a nivel macro ha avanzado de dos maneras. Primero, a través de la participación en organizaciones y del liderazgo en redes interinstitucionales y comisiones del Gobierno, casi durante tres décadas. Parece que Hernández y su equipo han estado involucradas en cada una de las propuestas principales de políticas públicas y de decisiones del Gobierno en lo que se refiere a los derechos de los niños desde mediados de los años noventa: el Comité de los Derechos del Niño, la Ley de Protección Integral de la Niñez, la Ley Contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas, el Foro Permanente de Salud, la (extinta) Red de Movimientos Sociales o la Ley de Adopciones. Desde hace poco son actoras clave en la Red Niña, Niño, una alianza conformada por treinta organizaciones líderes que están haciendo trabajo por los derechos de la infancia y la cual está considerada como la alianza más relevante de la sociedad civil para el bienestar y el desarrollo de política pública. Esta red hace de todo, desde abogar por políticas más centradas en los niños hasta lograr que el Estado incremente la presentación del estado de cuentas—a través del seguimiento del avance en las Metas del Milenio y rastreando el gasto estatal con relación a sus promesas presupuestarias para este tema.

Cuando visité Guatemala, una serie de defensores del bienestar infantil, de alto nivel en el país, elogiaron a Hernández y FUNDAESPRO, y contaron una y otra vez que el trabajo de ella y de la organización han sido decisivos en la promoción de los derechos de la infancia en Guatemala. “FUNDAESPRO es una fuerza en el movimiento del sector social”, dice Gloria Castro, defensora de la niñez y la adolescencia, en la oficina de la Procuraduría de los Derechos Humanos. “Son una de las organizaciones más importantes y estratégicas para este tipo de trabajo”.

En parte, me dijeron, Hernández es en sí misma, una estupenda defensora y embajadora del trabajo. “Es muy activa y dinámica, y al mismo tiempo conciliadora”, explicó Miguel Ángel López de CONACMI, añadiendo que su habilidad para ser tan divertida como responsable es “una de sus contribuciones más valiosas”. Contó que había estado en numerosas reuniones en las que Hernández ha jugado un papel importante para ayudar al grupo a que llegue a acuerdos. “Siempre puede aligerar el ambiente con una broma, lo que ayuda a todos a relajarse. Luego, cuando tiene una propuesta, trata de mediar y encuentra los puntos de consenso”, concluyó.

El impacto a nivel macro de FUNDAESPRO no ha sido sólo a través de la incidencia en política pública. La organización ha sido capaz de influenciar a gran escala, gracias a su posicionamiento como una organización con prácticas replicables. Por ejemplo, cuando FUNDAESPRO empezó a trabajar con el Estado en el programa Hogares a principios de los años noventa, los únicos materiales curriculares del Gobierno para los educadores comunitarios era un juego de manuales rudimentarios con dibujos gráficos. Parte del acuerdo entre SOSEP y FUNDAESPRO fue armonizar los materiales educativos, y lo que SOSEP encontró fue que los materiales de FUNDAESPRO eran mejores: ejercicios muy simples podían ser utilizados para un rango de edades, y lograban poner a los niños a pensar y en movimiento. “(FUNDAESPRO) ha tenido experiencias previas en modelos de educación comunitaria”, me dijo Sonia Reyes. “Ya han establecido procesos para capacitar a madres y han tenido los materiales educativos para seguir adelante”. Por lo tanto, antes de reinventar la rueda, el Gobierno adoptó prácticamente el currículum de FUNDAESPRO. En el año 1996, la Fundación Bernard van Leer apoyó con financiamiento para imprimir folletos conjuntos, y los materiales fueron enviados a todos los centros de cuidado de SOSEP —más de cien instalaciones de cuidado infantil en casi cualquier rincón de Guatemala.

FUNDAESPRO ha sido capaz de influenciar a gran escala, gracias a su posicionamiento como una organización con prácticas replicables.

Poco después, FUNDAESPRO tuvo otra oportunidad para contribuir con su influencia en el currículum. Cuando terminó la guerra civil, el Gobierno guatemalteco instaló Comisiones de Reforma Educativa para escribir el nuevo Currículum Nacional. Grupos de la sociedad civil, con un conocimiento profundo sobre el tema de niños, participaron en la discusión. La organización participó en las Comisiones de Reforma Educativa, tanto para el currículum del rango de edad de 0 a 3 años como para el rango de 4 a 6 años, y Hernández dice que fue capaz de influenciar en el aprendizaje basado en la estimulación a través del juego, lo que era la piedra angular de los socios de la Fundación Bernard van Leer. (Estos currículos con el tiempo reemplazaron a los de SOSEP- FUNDAESPRO en los centros de cuidado).

FUNDAESPRO también se coordinó con programas de educación superior para ayudar a inculcar su filosofía en adultos que estaban siendo capacitados para trabajar con niños pequeños. En el año 2001, la Organización de Estados Americanos (OEA) fundó los Institutos de Innovación Educativa en Educación Inicial, en colaboración con varias universidades de toda Centroamérica. Fue un programa con una duración de ocho meses que incluía tratados sobre todos los temas, desde la primera infancia hasta la neurociencia, todo centrado en el tema de cómo proporcionar servicios de alta calidad y atender a niños menores de 6 años de edad. En Guatemala, el grado estaba acreditado por la OEA y el Ministerio de Educación. FUNDAESPRO ayudó a desarrollar módulos para las educadoras, basados en el modelo integral comunitario que ya habían desarrollado en su propio trabajo. Prácticamente todas las educadoras comunitarias que trabajan en los trece centros de cuidado infantil de FUNDAESPRO están graduadas en este programa.

Más recientemente, el Gobierno municipal de la ciudad de Guatemala ha estado tratando de aprender de la metodología basada en la comunidad de FUNDAESPRO, para establecer programas sociales y centros de cuidado infantil en las colonias con población en condiciones de vulnerabilidad. Norma, una trabajadora de FUNDAESPRO, me explicó que la municipalidad ha “solicitado que enviemos todo lo que se relaciona con nuestra metodología”. María Elvira Sánchez, que dirige ISMUGUA, lo afirmó, explicando que una persona, con un alto cargo en el Gobierno de la ciudad, “pasó mucho tiempo trabajando de modo cercano con FUNDAESPRO para aprender su metodología con respecto a la manera de establecer los centros de cuidado infantil”.  No fue posible realizar una entrevista con el Gobierno de la ciudad de Guatemala para confirmar esta información. Este hecho, dice Sánchez, podría hablar por sí mismo: “No sé si (la municipalidad) admitiría que están utilizando la metodología de FUNDAESPRO. Pero aquellos que están en ese espacio saben que lo que están haciendo ahora en la municipalidad es exactamente lo que FUNDAESPRO ha realizado durante años”.

Otras ONG han hecho esfuerzos semejantes para reproducir la metodología de FUNDAESPRO. Hernández dice que más de diez organizaciones de la sociedad civil se han acercado a ellas, a través de los años, para entender cómo llevar a cabo diagnósticos de necesidades y armar un programa basado en las necesidades específicas de la comunidad. FUNDAESPRO asume la responsabilidad de asesorar exhaustivamente cuando se le solicita orientación e incluso ha elaborado un manual que explica su filosofía y prácticas con una guía útil.

López cuenta que, más de una vez, ha animado a sus colegas para que se acerquen a FUNDAESPRO con el fin de que aprendan sobre sus métodos. Dice que recientemente ha recomendado a funcionarios de SOSEP —que está tratando de establecer una nueva ley de protección para la infancia—regresar y aprender de FUNDAESPRO. Según López: “Les dije: FUNDAESPRO ya sabe cómo hacer esto. Vayan, hablen con ellas. Aprendan de ellas”.

De manera similar, Magali García, quien solía formar parte de la Organización de Estados Americanos en Guatemala, explicó que durante su transcurso en la universidad local utilizaba los centros de salud de FUNDAESPRO (como el de La Verbena) para enseñar a los estudiantes cómo el cuidado de la salud puede desarrollarse en un marco con orientación comunitaria. “Los centros de FUNDAESPRO fueron prácticamente nuestros laboratorios para explicar a los estudiantes cómo hacer trabajo intersectorial, integral basado en la comunidad con un enfoque en los derechos humanos”, comentó, añadiendo que otros profesores todavía utilizan los centros de FUNDAESPRO como lugares adecuados para ser visitados y demostrar a los estudiantes cómo se puede trabajar un programa holístico de bienestar infantil.

Jon Spaull/Fundación Bernard van Leer

PARTE IV

El 8 de marzo de 2017 se registró un incendio en un orfanato aproximadamente a 24 km fuera de la ciudad de Guatemala. 19 niñas menores de 18 años murieron en el lugar; otras 21 perecieron poco después, debido a las heridas sufridas en el incendio.

Se ha llegado a sospechar que este grupo de niñas había tratado de escapar del centro la noche anterior —debido al trato inhumano y, posiblemente, por la violencia sexual que estaban sufriendo diariamente—. El día del incendio estaban probablemente encerradas en un cuarto de castigos. El fuego quizá fue iniciado por las niñas que estaban dentro y se extendió rápidamente, de colchón a colchón inflamable.

Aunque el nivel de la tragedia fue elevado, para la gente que trabaja en la esfera de la defensa de los niños esto no fue sorprendente. El mismo orfanato había sido descubierto en la violación de los derechos humanos el año anterior. En el año 2013, algunos de sus empleados fueron declarados culpables por abuso sexual. Más ampliamente, orfanatos parecidos, privados o del Estado de Guatemala, son conocidos como mazmorras, podría decirse que no son lugares mejores que vivir en la calle o que ser absorbido por las pandillas a cualquier edad.

Y el Gobierno guatemalteco es ampliamente reconocido por haber fallado en el establecimiento de estructuras o sistemas legales que aseguren la protección de los derechos o el mejoramiento del bienestar de sus ciudadanos más jóvenes. Por ejemplo: el grado de desnutrición de la infancia en Guatemala está cerca del cincuenta por ciento, el porcentaje más alto de Latinoamérica, y el Estado invierte menos de un dólar al día per cápita en niños menores de 13 años de edad, también el nivel más bajo de Latinoamérica. De acuerdo a cifras del Gobierno, aproximadamente el uno por ciento de los niños en edad preescolar está, de hecho, inscrito en programas educativos.

Jon Spaull/Fundación Bernard van Leer

Una de las razones de esto, me dijeron muchas personas, es el hecho de que desde la guerra el Gobierno de Guatemala ha cambiado constantemente de manos: ningún partido ha estado en el poder durante el suficiente tiempo para establecer políticas duraderas. Las leyes y las prioridades de financiamiento fluctúan cada cierto número de años, al capricho de cualquier partido que encabece la mesa de trabajo; un gobierno podría pronunciar el bienestar de la infancia como prioridad, pero cuando se han puesto las bases para nuevas políticas o programas viene la siguiente Administración y lo que se avanzó se pierde. También el personal administrativo rota con el cambio de gobierno; a la gente se le ofrece un puesto en SOSEP y otros departamentos relacionados con el bienestar de la infancia, basados en su lealtad política y no por su experiencia en el campo. “No hay ninguna visión estratégica nacional que vele por la política pública de la infancia y la adolescencia”, me aseguró López.

Aunque reconoce que la batalla está cuesta arriba, Hernández cree que la promoción por parte de la gran comunidad que defiende los derechos del niño “ha logrado hacer visible la situación de los niños en este país y hemos forzado a varios ministerios del Gobierno a que pongan atención en este tema”. Ha habido algo de progreso. Guatemala ratificó la Convención sobre los Derechos del Niño en el año 1990 y esto ha proporcionado las bases para hacer esfuerzos de defensa, presionando al Gobierno para que cumpla los lineamientos del documento. Esto ha originado que se hayan dado algunos pequeños pasos en la reforma de la política social, a pesar de que Hernández y otros me han señalado que Guatemala está lejos de tener políticas sólidas sustentables con respecto a los derechos y desarrollo de los niños. “Consideramos que es importante hacer trabajo de incidencia y conformar redes, porque creemos que el Estado debe ser el que garantice los derechos de la infancia”, me explicó Hernández.

Internamente, FUNDAESPRO también enfrenta cambios. Existe, por supuesto, el obstáculo omnipresente de la sustentabilidad económica. Actualmente son un equipo de cuarenta personas que tiene sus propias necesidades y demandas. La visión de FUNDAESPRO “desde abajo” —permite que las necesidades de las comunidades dirijan su programa— ocasiona que el juego del financiamiento sea aún más desafiante desde que las agencias de ayuda internacional tienen sus propias agendas. (Muchas personas con las que hablé, sin embargo, comentaron que Hernández y FUNDAESPRO se han mantenido, se han apegado a lo que hacen mejor, sirviendo a las necesidades de la comunidad y no ajustándose a las demandas de los donantes basadas en cualquier moda del momento).

Consideramos que es importante hacer trabajo de incidencia y conformar redes, porque creemos que el Estado debe ser el que garantice los derechos de la infancia.
– Olga Hernández

También parece que no existe un plan para la siguiente generación de liderazgo. Por ahora, Hernández está vibrante y comprometida, trabajando entre cincuenta y sesenta horas a la semana. No obstante, mucha gente que entrevisté de manera privada expresó su preocupación por el hecho de que ella hace mucho y no hay un sucesor claro.

No existe, sin embargo, la posibilidad de que FUNDAESPRO se desvanezca, precisamente porque es una organización con raíces muy arraigadas en las comunidades en las que opera. “Lo que es muy especial acerca de FUNDAESPRO es que la comunidad se ha apropiado de ella”, me contó Magali García. “FUNDAESPRO ha impulsado un proceso en el cual la comunidad descubre por sí misma cómo resolver, poco a poco, sus propios retos. Y eso es lo que los hace verdaderamente sostenibles”.

Hernández está de acuerdo. No muestra preocupación en la solidez y la fuerza de su organización a pesar de los retos. Y dice que no estarían en el lugar en el que se encuentran actualmente si no hubiesen tenido el apoyo temprano de la Fundación Bernard van Leer. “Siempre me gusta decir que el logro de la Van Leer no sólo fue el establecimiento de programas de calidad para la primera infancia, sino el fortalecimiento de un movimiento entero basado en la comunidad”, manifestó Hernández. “Este es uno de los impactos más significativos de la fundación: el haber querido apostar por modelos basados en la comunidad como llave para crear programas y políticas centrados en el niño. Todo lo que la Fundación Bernard van Leer financió sigue viviendo en las comunidades”.

About the author

Jean Friedman-Rudovsky

Jean Friedman-Rudovsky es una periodista de investigación independiente, ganadora de diversos premios, residente en Filadelfia. Es viceeditora colaboradora de una revista y sus trabajos se han publicado en The New York Times, Time Magazine, Cosmopolitan y Bloomberg, entre otras publicaciones. Entre el 2006 y el 2015 fue corresponsal extranjera cuya misión principal se centraba en los derechos de la mujer y en la justicia económica y medioambiental. Actualmente es directora de Philadelphia Solutions Journalism Collaborative, una iniciativa informativa expandida entre los medios locales con la finalidad de ofrecer información de alto impacto sobre problemas de máxima relevancia.
Lecciones aprendidas

Solicitamos realizar estos estudios históricos para identificar preguntas que podríamos hacernos con vistas a trabajo futuro. Entre las cuestiones para el aprendizaje que este relato nos plantea destacamos las siguientes:

  • ¿Podría haber habido más oportunidades para desempeñar un papel más activo en establecer una conexión entre FUNDAESPRO y el gobierno? ¿Habría esto ayudado a FUNDAESPRO, como organización de base, a tener una mayor influencia sobre las políticas públicas?
  • Aunque principalmente nos centramos en metodologías sobre la primera infancia, una de las acciones más importantes de la organización fue acercar los servicios de cuidado infantil y de salud a donde la gente vive. ¿Cómo podría una fundación promover este principio básico en la planificación urbana de la ciudad de Guatemala?
  • El relato deja entrever que uno de los puntos débiles de FUNDAESPRO pueda ser la planificación en la sucesión del liderazgo. ¿Cómo podría la Fundación haber promovido y apoyado antes esta planificación?

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